miércoles, 2 de octubre de 2013

LAS HORAS ETERNAS

Sentadas en corro se les puede ir preguntando de a una, para hacer una encuesta de nivelación:

Sin son de quince: 1. nivel de estudios, 2. nivel de la falda, 3. nivel de novios, 4. nivel de independencia de la familia, 5. nivel del pelo, 6. nivel de cadera, 7. nivel de busto.
Resistencia al nivel de:  alcohol en sangre.
Nivel de tolerancia al tiempo: “el sábado a la noche salgo”.

Si son de treinta y cinco: 1. Nivel de estudios, 2. Nivel de trabajo, 3. Nivel de pareja, 4. Nivel de independencia de la pareja, 5. Nivel del pelo, 6. Nivel de cadera, 7. Nivel de busto.
Resistencia al nivel de: relaciones sexuales.
Nivel de tolerancia al tiempo: “no tengo un minuto para mi”.

Si son de cincuenta y cinco: 1. Nivel de memoria, 2. Nivel de trabajo, 3. Nivel de pareja, 4. Nivel de hijos, 5. Nivel de independencia de ambos, 6. Nivel de canas, 7. Nivel de cadera, 8. Nivel de panza, 9. Desnivel de busto.
Resistencia al nivel de: los calores de la edad.
Nivel de tolerancia al tiempo: “No tengo tiempo para nada”.

Si son de setenta y cinco: 1. Nivel de memoria, 2. nivel de conciencia, 3. nivel de contención, 4. nivel de contacto con la familia, 5. Nivel de pelo (cantidad por centímetro cuadrado), 6. Nivel de audición, 7. Nivel de visión, 8. Nivel de tensión arterial, 9. Nivel de azúcar en sangre.
Resistencia al nivel de: el escalón de la entrada.
Nivel de tolerancia al tiempo: “nadie tiene tiempo para mi”

Si son de ochenta y cinco o más:
Resistencia al nivel de: la soledad.
Nivel de tolerancia al tiempo: “las horas se me hacen eternas”

Son las mismas mujeres, a través de la efímera vida, fotografiadas en diferentes instantes para extraer lo que se considera fundamental en cada uno de ellos y se relativiza totalmente al siguiente.
Ninguno de los grupos comprende al siguiente hasta que lo atraviesa, o sea hasta que es demasiado tarde.
¿Qué es lo único importante de principio a fin?: despreocuparse y disfrutar. Si en cualquier momento de esta historia nuestra, personal, única, lo comprendemos y lo ponemos en práctica, habremos salvado la cosecha.

Como dicen por ahí, venimos solos y solos nos vamos…pero ¡cuán grandioso puede ser el interludio!.