miércoles, 25 de julio de 2012

Así como los árboles se van quedando en el mismo lugar…
así como pierden el vuelo ni bien dejan de ser semilla,
hay Hombres Árbol que cuelan raíces en la tierra, en lo que consideran su lugar y no resisten el menor cambio espacial.
Van muriendo de a poco con cada amigo o familiar que se va…, por no poder seguirlo,  siempre quedan sobre el mismo suelo…
En cambio hay Hombres Pájaro, que apenas apoyan sus pies sobre la superficie,  van flotando por el mundo sin recalar. Hoy aquí, mañana allí.

Entre Árboles y Pájaros se va forjando la historia, se van relacionando e interactuando todos los habitantes de este mundo humano. Uno busca el otro espera, uno reparte las semillas el otro cuida la siembra…

No se del cansancio del batir alas, sólo sé del entumecimiento de los pies quietos…
PEDIR PERDON

La oscuridad con la que el pasado se cubre en los rincones del hombre nos obliga a reinventarnos una y otra vez.
Perdón, es un tonto término que simboliza a esta Humanidad. El Perdón y su amarga madre: la Culpa
Dar el Perdón, en su sentido benigno, es limpiar el daño recibido sin cobrarnos la vida del ofensor.
Pedir el Perdón, es suplicar por la vida.

El arrepentimiento es otra historia…

A Dios o al prójimo que le pidamos el perdón, le adjudicamos el poder sobre nuestra vida y al mismo tiempo nos reconocemos el poder a nosotros mismos para la ofensa.
Juego de valores, la excusa siempre es Dios…
Autoridad, respeto, reconocimiento, sobrecogimiento, derivan una y otra vez de la inherente necesidad de diferenciados y al mismo tiempo sabernos propios.
Propios y ajenos es la cuestión.
La historia es otra y corre siempre por carriles muy humanos. Múltiples derivaciones de la angustia primigenia. De la soledad iniciática.
Debemos venir de otro lado, lejano y desprendido. Tenemos la herencia de la soledad y el miedo.
Pedimos perdón para sobrevivir. Por las dudas.
Pedimos perdón convencidos de comprar así una parcela en el cielo familiar.
Pedimos perdón para evitar la horca y la hoguera.
Preferimos pedir perdón a pedir permiso, porque siempre con él se redime el alma sacudida por las tenebrosas nubes sulfurosas del infierno.