lunes, 10 de enero de 2011

Nada secuencial

Yo soy este vaso que contiene y el líquido que lo ocupa.
Soy este mar, y la playa que lo acuna.
Yo soy todos y ninguno.
Acepto la inidentidad sin renegar de mí.
La luz y la sombra que la delinea.
Soy nada y todo.
Soy servicio, soy mensaje…
Qué dolor nuevo contendré para aliviar el grande.
Qué dolor aportaré para formar el grande…
Madera que enciende, se quema, se apaga, desaparece.
La simiente y la tierra,
La sequía y el agua.
Triste alegría de un cuerpo sólido y puro.
Vibración genética,
Somos la imagen de los conflictos que venimos a resolver, y el producto consolidado de los ya resueltos.
Somos la configuración estelar de un universo de conformaciones válidas, y el sopor auténtico de un vano intento de dilucidar la luz del polvo.
El sudor contaminado de ideas del agua límpida y clara del amor que nos marea.
Cómo comprender la silenciosa mansedumbre de una vida caída en la desgracia taciturna de la ignorancia de no preguntarse absolutamente nada.
Y tampoco resulta favorable a la endiosada supremacía el puro cuestionamiento secuencial y secular de cada día.
Contengo y contendré las respuestas y las preguntas, pero el desorden es tal, que no parecen coherentes y lo que falta en realidad es ubicar la secuencia correcta.
La luz despacha apuntes.
El cambio vibracional es necesario  para elevarse, sentimiento puro mejora vibración.
Tinieblas escasas las de esta noche que permiten adivinar destellos de la gran verdad.

Soporto la ignorancia en la certeza de que es finita, solo la sabiduría es imperecedera.
A la noche le sigue el día, y en este ardor de sabernos cínicos con la deidad, escondemos la oscuridad que nos abarca en densidad decadente y cadenciosa de tierra madre. Hermosa tierra madre para ojos humanos y solos.
Hermosa tierra madre para tomar distancia y meditar, para poder ver en un espejo el reflejo del espíritu eterno, permeable, lúcido y plácido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario