Estoy harto de sostener a la cabeza, dijo el cuello.
Yo de organizarles todo respondió ella.
Nosotras estamos cansadas de trabajar para todos,
chillaron las manos.
Nosotros de cargar con el cuerpo, agregaron los pies.
A mi no me cuenten, que me tocó la peor parte,
vociferó el intestino.
El sexo murmuró: ¿y yo que calladito y oculto
les doy placer a todos...?
Si yo no respirase....Ah, y si yo no latiese...
La vida que observaba, apeló a la alegría,
para poner orden en el cuerpo,
pero la alegría no estaba, los había abandonado.
¡Con razón...! dijo la vida.
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