martes, 11 de octubre de 2011

EL NO TIEMPO

El portentoso pasado se reduce a un pálido ayer.
La magia litúrgica de esta actualidad presentista ha desvirtuado sensiblemente el concepto básico de una sociedad con tendencia al anclaje místico.
Idealizado, entronado en la falsedad de la sabiduría y la verdad, el Fastuoso Pasado se empequeñece, reduciéndose a cenizas.
El futuro… el futuro es sólo un terreno incierto, impropio, al que desbocadamente nos dirigimos sin norte y sin conciencia.
Es que no hay tiempo, ni para recordar, ni para proyectar…
Si algo se le ha acabado a este sistema, a esta ficción, es el tiempo, que se desdibuja como el holograma fantástico de la destreza de un Dios hermético.
El tiempo tenía un plazo, una cuantía de su mísera materia horaria y caducó.
Vaya ideograma, propio solo de una deidad.
Sin pasado y sin futuro ¿qué nos queda?
Tirano le llamaban.
Pues bien se acabó la tiranía y ahora Humano ¿qué hacer con la libertad?
Qué hacer con el momento del que disponemos, con el efímero, precario, fugaz momento, del que cuento cuando ya se está yendo, el de la parábola del agua entre las manos. 
Solo a él lo poseemos,  solo él es permanente y por ello eterno.

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